skip to Main Content
Secretaría de Investigación y Vinculación Tecnológica | Universidad Nacional Arturo Jauretche

“Argentinity” and “Varelity”
The construction of nationalisms and localisms in commemorations and heritages

Mirta Amati (profe.mirta.amati@gmail.com)

Universidad Nacional Arturo Jauretche Comisión de Investigaciones Científicas de la Provincia de Buenos Aires

Resumen

En este informe presentamos los resultados del proyecto UNAJ-Investiga (2018-2021), que indaga la problemática de la imaginación de comunidades: las modalidades en que las identidades colectivas se construyen y se disputan. Se trata de un tema cuyo conocimiento supone el análisis de dos cuestiones ligadas: las identificaciones/diferenciaciones y las memorias colectivas del propio grupo de pertenencia. Abordamos esta cuestión en la escala local ya que las lógicas identitarias, de formación de alteridades y relacionamientos interculturales, son situados o localizados, aunque también diversos e interconectados.

Las perspectivas teórico-metodológicas (etnográficas y microsociológicas) que enmarcan el proyecto, son de tipo comprensivo, interpretativo o constructivista: por eso optamos por un diseño de investigación basado en el trabajo de campo. De las distintas etapas del plan de trabajo (relevamiento, reconocimiento, registros de observaciones, toma de entrevistas y sistematización y análisis de datos), en este informe se presenta el análisis de las dimensiones en que desagregamos la cuestión a indagar:

  1. Lógicas de identificación y de interrelación;
  2. Criterios de división y alteridad;
  3. Concepciones respecto al tiempo y al espacio territorial local.

Siguiendo este enfoque, los mismos actores sociales son quienes seleccionan y jerarquizan como “memorable”, “varelense”, “argentino” (entre otras identidades) a ciertos acontecimientos, espacios, atributos y relaciones con los que se identifican/imaginan como comunidad local y nacional y, al mismo tiempo, con los que se diferencian de otras comunidades.

Como cierre, se retoman los resultados y se presenta una discusión sobre los aspectos teórico- metodológico que pueden retomarse como recomendaciones y propuesto para los próximos proyectos y convocatorias de nuestra Universidad.

Palabras clave: comunidades imaginadas, identidades colectivas, memorias locales

Abstract

In this report we present the results of the UNAJ-Investiga project (2018-2021), which inquires about the problem of the imagination of communities: the ways in which collective identities are constructed and disputed. It is a subject whose knowledge supposes the analysis of two linked questions:“identifications/differentiations and collective memories. We investigate this question at the local scale because the logics of identity, of formation of otherness and intercultural relationships are situated or localized, but also diverse and interconnected.

The theoretical-methodological perspectives (ethnographic and microsociological) that frame the project is comprehensive, interpretive or constructivist: that is why we opted for a research design based on field work. Of the different stages of the work plan (exploration, recognition, observation records, interview taking and data systematization and analysis), this report presents the analysis of the dimensions into which we disaggregate the question to be investigated:

  1. Identification logics and interrelation;
  2. Criteria or principle for division and alterity;
  3. Conceptions about time and local territorial space.

Following this approach, it is the same social actors who select and classify as “memorable”, “varelense”, “argentine” (between other identities) to certain events, spaces, attributes and relationships with which they identify/imagine as a local community and national and, at the same time, with which they differ from other communities.

In closing, the results are retaken and a discussion is presented on the theoretical-methodological aspects that can be taken up as recommendations and proposals for the next projects and calls of our University.

Keywords: imagined communities, collective identities, local memories

Introducción

El proyecto se deriva de avances e interrogantes de investigaciones previas que desarrollamos en torno a la problemática teórica y empírica de la imaginación de comunidades: las modalidades en que las identidades colectivas se construyeron y se renuevan a través de distintos dispositivos (fechas patrias, conmemoraciones, relatos y mitos de origen, construcción de espacios de memorias y patrimonios), en general producidos por los Estados, pero también producto de acciones colectivas (demandas, protestas y performances) que disputan los sentidos oficiales (Amati, 2016, 2018; Amati y Galizio 2018; Gil, Beltrame, Amati y Galizio 2017; Tejero y Britez 2018; Galizio y Fernandez Ameghino, 2018; Alatsis y Herrera, 2018; Insúa y Ñañez, 2021). Esos resultados y antecedentes, nos posibilitaron problematizar la cuestión de las identidades, memorias y sentimientos colectivos en la escala local.

La argentinidad y la varelidad constituyen un tema cuyo conocimiento supone el análisis de dos cuestiones indisolublemente ligadas: las identidades/identificaciones y las memorias colectivas. Ambas temáticas fueron abordadas por distintas disciplinas (y sus diferentes ramas): desde la psicología, se exploró la memoria individual y colectiva y sus vínculos con la identidad (Erikson, 1980 y 1994; Schwartz, 2001; Halbwachs, 2004); desde la sociología, se abordaron los procesos sociales de identificación (Giddens, 1997; Berger y Luckman, 1986; Bourdieu, 1980; Goffman, Jelin, 2002) mientras que la antropología y los estudios culturales se ocuparon de analizarlas en relación a los procesos interculturales (Candau, 2001; Barth, 1976; Hall, 1996).

Esa diversidad de abordajes tiene en común –en el estado actual del conocimiento del tema– la superación de viejos paradigmas esencialistas, para los cuales las identidades eran algo heredado, puro, fijo, férreo, inflexible e invariable. Excepto para algunos actores sociales, ya no es corriente considerarlas como esencias o sustancias: raza, sangre, espíritu del pueblo ni patria. Esas perspectivas fueron sustituidas por otras que ponen el foco en la producción sociocultural, tanto las identidades como las memorias son parte de un proceso colectivo de construcción social: una construcción nunca acabada, abierta a la temporalidad y la contingencia, es decir, una posicionalidad relacional solo temporariamente fijada en el juego de las diferencias (Arfuch, 2005). Se trata de discursos inestables, que dependen de la construcción de otros grupos y, por lo tanto, de un procedimiento deconstructivo, crítico y político (Hall, 1996).

Sin embargo, empezaron a observarse limitaciones en esas perspectivas constructivistas/ deconstructivistas, ya que sus resultados constituyen autoevidencias: constatan el aspecto productivo pero sin comprender los condicionamientos históricos concretos: descuidan los datos (Palti 2003, Hroch 1993), olvidan las condiciones sociales e históricas que determinan un margen para la invención o la interpretación (Briones, 1994).

Ante esa oposición entre perspectivas esencialistas y constructivistas, se propone descartar la categoría identidad por sus usos incorrectos (homogeneizadores, reificantes, exotizantes) hasta redefinirlas o sustituirlas por otras categorías analíticas. Así Bruebaker y Cooper (2000) plantean sustituir identidad por los conceptos comunalidad (atributos sociales compartidos), conectabilidad (relaciones e interacciones) y agrupalidad (sentimientos de pertenencia). Como señala Searle (Grimson, 2011) estas categorías son ontológicamente subjetivas y epistemológicamente objetivas; es decir, son productos humanos y sociales pero no productos de una creencia caprichosa del observador: pueden verificarse empíricamente.

La observación de Searle también aplica para las memorias colectivas: procesos subjetivos de recuerdo/olvido (Ricoeur, 1999) propios del momento presente pero articulados con un pasado que reactualizan. Esa configuración histórica se cristaliza u objetiva, lo que puede constatarse empíricamente. Se trata de una configuración articulada con determinados marcos sociales (Halbwachs, 2004). Precisamente, las comunidades nacionales, provinciales y locales pueden constituir esos marcos que permiten el recuerdo, a través de la invención de tradiciones, relatos y mitos de origen, conmemoraciones y ritos, monumentos e imágenes identitarias. Espacios para la cohesión y el conflicto (Ortemberg, 2013).

En relación con las identidades y memorias nacionales, nos encontramos en una etapa donde interactúan diferentes usos de la nación: algunos cosmopolitas/transnacionales; otros internos/locales (Grimson, 2003). De ahí, el interés por trabajar con lo local, se reconoce la necesidad de entender los modos en que los grupos se identifican y establecen lazos: las lógicas identitarias y de relacionamiento situadas o localizadas.

En la actualidad comenzaron a utilizarse de modo irreflexivo categorías locales: hablar de y sobre “Varela y los varelenses” o de y sobre el conurbano, como una totalidad homogénea que se presupone como la reserva de las bondades de lo popular, lo semirural o periférico, contrapuesto a las características negativas y conflictivas que se le atribuyen desde la metrópolis: desde la igualitaria y anónima, moderna y europea Ciudad de Buenos Aires11. Una definición construida históricamente por la negativa” que Gorelik (2015: 23) encuentra respecto al Gran Buenos Aires: “esa parte de la metrópoli que no es ciudad capital”. Por eso, Gorelik propone desnaturalizar esa idea que los piensa como “mundos invertidos”; propone comprenderla como “terra incognita”: desconocida o solo conocida fragmentariamente. Como tal, se trata de un territorio a descubrir y explorar. La oposición y la dicotomía, ya sea que intente reforzar o revertir los estigmas cristalizados histórica y hegemónicamente, opacan la particularidad, la heterogeneidad y la complejidad sociocultural de esas identidades y territorios así como las articulaciones y relaciones que se establecen entre esos espacios: “región fundamental para comprender no solo la metrópoli sino de la vida nacional toda” (Gorelik, 2015).

Por esto, en nuestro trabajo proponemos “conocer a Varela como Varela” (así como Gorelik plantea “conocer al Gran Buenos Aires como Gran Buenos Aires”), retomando el modo en que se lo denomina cotidianamente, esa “definición profana” en “sus propios términos”: el de las personas que viven en Florencio Varela (varelenses).

Por otra parte, en los contextos de los bicentenarios independentistas, se comenzaron a producir una serie de indagaciones históricas y localizadas (Los Bicentenarios de la Revolución de Mayo y de la Independencia en Buenos Aires y Tucumán, y de las autonomías o dependencias provinciales como Buenos Aires, Córdoba, Tucumán, Santiago del Estero) que critican perspectivas centristas o porteñocéntricas y buscan indagar datos locales en la formación e imaginación de comunidades2. Esas indagaciones mostraron los procesos de reactivación de patrimonios y tradiciones (nacionales y locales) y la creación o imaginación de nuevos mitos, símbolos y ritos: historias y memorias, producción de calendarios, símbolos, conmemoraciones, etc. que ocupan el territorio y refuerzan o transforman identidades y memorias (Anderson, 2000; Hobsbawm y Ranger, 2002; Nora, 2008). Estas problematizaciones de la temática así como los antecedentes y resultados previos de indagaciones históricas, sociológicas, etnográficas sirvieron de base para plantear los objetivos de nuestro proyecto.

El objetivo general –analizar identidades/identificaciones y memorias locales/localizadas asociadas a la varelidad y la argentinidad desde la perspectiva de los actores locales–, se desagregó en los siguientes objetivos específicos:

  • Relevar información sobre lugares significativos, instituciones y grupos que sostienen la identificación, la comunalidad, conectabilidad y agrupabilidad en Florencio Varela.
  • Relevar fechas de origen y de la historia/memoria locales y nacionales (conmemoradas localmente).
  • Indagar el reconocimiento estatal y la significatividad social (para grupos sociales, agentes o emprendedores de memoria) de las fechas, espacios y patrimonios varelenses relevados.
  • Seleccionar informantes clave y espacios de memorias locales con el objeto de realizar observaciones participantes, conversaciones y entrevistas.
  • Describir y analizar las identidades y memorias locales, las representaciones del espacio nacional y local, la imaginación de comunidades locales y de la/s alteridad/es.

Metodología

Esta investigación –como vimos en la sección anterior– se enmarca en una perspectiva comprensiva, no en “una ciencia en busca de leyes” sino en “una ciencia interpretativa en busca de significaciones” (Geertz, 1987: 20). Desde las perspectivas constructivistas y comprensivas, las hipótesis de análisis son pensadas como “presupuestos bien fundados” (Guber y Rosato, 1986): no se trata de una suposición cuya validez vamos a confirmar o refutar con los datos empíricos, sino que consisten en presupuestos fundados en nuestro campo analítico (el de las ciencias sociales y humanas) que sirven para realizar procesos de diferencia y reciprocidad con los encontrados en el campo de estudio: lo actuado, significado y sentido en las observaciones y las entrevistas.

De este modo, las hipótesis sirven de guía o problematización de los hechos observados, de base para su interpretación e incluso para encontrar hipótesis más sugestivas o mejor fundadas. Bajo estas consideraciones, las hipótesis asociadas, base o fundamento de nuestra investigación, son:

Si las identidades/identificaciones son construcciones sociales redefinidas en el marco de una relación histórica y dialógica con otros, la argentinidad y varelidad se producirán en función de un conjunto de atributos y de experiencias históricas compartidas, que serán rescatadas y rememoradas, en articulación y en oposición a otras identidades/identificaciones.

  1. Son los propios actores (estatales y sociales) en distintos contextos comunicativos (actos, visitas guiadas, entrevistas) los que seleccionan y jerarquizan como memorable, como argentino y varelense ciertos acontecimientos, fechas y espacios con los que se identifican/imaginan como comunidad nacional y local.
  1. Las identidades y memorias son compartidas en un sentido no necesariamente mayoritario, hay identificaciones y memorias minoritarias que son relevantes para determinados sectores, memorias estatales y sociales que persisten en el tiempo y que son rememoradas más allá de su extensión.

La problemática a indagar en nuestro proyecto –las identidades/identificaciones y las memorias– toma como unidad de estudio al espacio local de Florencio Varela y se focaliza en unidades de análisis que fueron seleccionadas a partir de los resultados obtenidos en proyectos anteriores así como en el reajuste del actual.

El diseño de investigación se basa en el trabajo de campo. La perspectiva de tipo etnográfica y microsociológica nos permite acceder a los distintos sentidos y significaciones (compartidos y disputados) sobre memorias e identidades locales, nacionalismos y localismos.

El trabajo de campo tuvo diferentes etapas. Un primer momento de relevamiento y reconocimiento de experiencias clave de la identidad local (actos, fechas, iconografía, símbolos, espacios, monumentos). Un segundo momento, de selección de informantes clave, de contacto con organizadores, ceremoniales y emprendedores de memoria para: (a) observar y participar de actos y (b) realizar entrevistas semiestructuradas. Un tercer momento de sistematización de datos desagregados en distintas dimensiones de análisis.

Una de las técnicas con la que obtenemos información, sobre los sentidos y significados de los actores, es la entrevista. Es una conversación pero también una observación del contexto y de las interacciones no verbales3. En nuestro caso –por el marco teórico y la metodología elegida– realizamos entrevistas semiestructuradas o semidirigidas para acceder a sentidos sociales, es decir a las cualidades del objeto de estudio (no cuantificable). Para realizar las entrevistas, confeccionamos una guía que focaliza en las temáticas de interés (con preguntas abiertas y semiabiertas, fotografías a partir de cuya visualización las personas entrevistadas expresan sentidos, sentimientos y recuerdos y la elección de colores para territorios anteriormente nombrados por los mismos entrevistados: municipios, provincias y país).4

Tanto en la producción de la guía como en la selección de personas a entrevistar5 buscamos controlar ciertos errores metodológicos: evitar el sesgo de entrevistar solo a varones, a personas mayores y a residentes en el casco urbano; no inducir respuestas; repreguntar lo que podría parecer obvio; no presuponer que las personas entrevistadas comparten nuestros significados, etc. Aquello que preguntamos y el modo en que lo hacemos, ya tiene (espera) un tipo de respuesta: “no hay preguntas sin respuestas implícitas” (Guber, 2001: 204). Además, las cuestiones indagadas no suelen ser parte de la reflexión cotidiana, por lo cual fue importante “darles tiempo” para pensar y recurrir a algunas estrategias como “dar un rodeo” o “no ir al grano” (por ejemplo, partir de preguntas abiertas que habiliten relatos y eviten respuestas políticamente correctas, preguntar cómo es vivir acá, o cómo es Varela para los varelenses, qué piensan los demás o qué vieron en otras personas). Además, las personas entrevistadas creen que no saben sobre esas temáticas, que es tema de eruditos o historiadores, por esto fue importante explicitar de entrada el interés del proyecto: acceder a los sentidos, a lo que creen al respecto y no a lo que otros ya dijeron o investigaron, es lo que el equipo de investigación quiere saber pero no sabe, por eso entrevistamos.

Debido a que nuestro proyecto está enmarcado en una metodología de tipo cualitativo, seleccionamos a informantes clave en relación a fechas y actos varelenses (definidos por el tema a indagar y la continuidad con el proyecto anterior) y buscamos incluir a personas de distintas edades, sexos y géneros, profesiones, identidades políticas, autoridades y trabajadores del municipio, de organizaciones religiosas y de la sociedad civil.6 El análisis de esas respuestas de las entrevistas – que presentamos en la siguiente sección– se desagrega en tres dimensiones:

  1. Identidades y memorias colectivas (nacionales y locales): lógicas de identificación, comunalidad
  2. Criterios de división y alteridad, identificación/es y diferenciación/es.
  3. Concepciones respecto al tiempo y al espacio territorial.

Resultados

Identidades/identificaciones y memorias locales asociadas a la “varelidad” y la “argentinidad”

Para acceder a los sentidos identitarios y las memorias locales, seguimos un plan de trabajo en campo que nos permitió recolectar datos (de entrevistas semiestructuradas y conversaciones en contextos comunicacionales de observación y entrevista).

Como vimos anteriormente, desde nuestro marco teórico-metodológico, son los propios actores los que seleccionan y jerarquizan como memorable, como argentino y varelense ciertos acontecimientos, espacios y características con los que se identifican/imaginan como comunidad. Por esto, observamos actos y entrevistamos a referentes y actores sociales (agentes estatales y emprendedores de memorias que organizan o participan de dichos actos, identidades y memorias). Para el análisis, seleccionamos aquellos datos que nos permiten informar los resultados de nuestro proyecto en tres dimensiones:

  1. identidades y memorias colectivas;
  2. alteridades: divisiones y diferenciación/es;
  3. concepciones temporales y espaciales.

La sistematización de los datos (en cada una de esas tres dimensiones) se realizó a partir de una lectura transversal de las entrevistas donde encontramos convergencias y divergencias. Esas recurrencias y diferencias fueron codificadas en categorías construidas a partir de las clasificaciones, criterios o lógicas de las mismas personas entrevistadas.

Identidades y memorias colectivas: lógicas de identificación e interrelación

Ser argentino y ser varelense no solo es vivir en un país y en una ciudad; no se trata solamente de una membresía que permite una clasificación territorial. Si bien los estados se han encargado de clasificar y censar a los habitantes del territorio que gobiernan y administran (en categorías que tuvieron y tienen un funcionamiento social), las sociedades y comunidades producen modos de identificarse y relacionarse histórica y territorialmente (incluso traspasando las fronteras con las que los estados las dividieron). Si queremos acceder, comprender y analizar esas identidades, tendremos que tener en cuenta, como vimos con Brubaker y Cooper (2000), los atributos sociales compartidos (comunalidad) pero también sentimientos de pertenencia (agrupalidad) y las relaciones e interacciones (conectabilidad). Por esto, no buscamos simplemente listar (ni cuantificar) un conjunto de atributos a partir de las respuestas (ya que las identidades no son esencias), sino encontrar los criterios, lógicas o modos de identificarse, de clasificarse, de agruparse, de dividirse, etc. que tienen las personas entrevistadas y/o que aparecen en sus respuestas.

En las entrevistas encontramos tres aspectos, claves o criterios identitarios:

  1. Resaltan sentimientos hacia el propio grupo de pertenencia.
  2. Definen a Varela y a los varelenses a partir de aspectos económicos, laborales o territoriales experimentados personalmente o por terceros (que muchas veces funcionan como prejuicios o estigmas).
  3. Se basan en datos probados y empíricos sobre la historia y la cultura de la localidad. Mientras los dos primeros siguen una lógica esencialista; la última, concibe a la identidad como un producto histórico-cultural.7

El primer criterio que encontramos, parte de los sentimientos hacia el lugar de pertenencia: orgullo, responsabilidad, compromiso, un lugar donde te reconocen, te quieren, te tienen en cuenta son las respuestas más recurrentes y, si algunas veces no se encuentran esos sentimientos positivos en el pasado o el presente, se asume como algo a construir en un futuro, para que los descendientes se sientan orgullosos de Varela. En consonancia, caracterizan a los y las varelenses como “familieros”, más allá de pertenecer o no a la misma familia, donde todos te conocen” y “todo el mundo conoce a alguien que conoce a alguien”. Varela es considerado como un “pueblo chico”, tanto en sus “orígenes” como en “toda su historia”, una característica que no cambió sino que perduró a través del tiempo. Por eso, las relaciones son “cercanas”, entre vecinos y vecinas, y se resalta la solidaridad y el “don de gentes”. Algunos marcan una diferencia en el tiempo presente ya que refieren a que en la actualidad es un “pueblo grande” pero aun así, a pesar de los cambios y el crecimiento en infraestructura y cantidad de población, el modo de relacionarse sigue siendo el de personas “cansinas y tranquilas”: a pesar de que ahora es “grande”, no perdió su carácter de “pueblo”.

Este tipo de respuesta “sentimental” lleva a algunas personas entrevistadas a aclarar que “aunque es un sentimiento” no se trata de “fanatismo”. No es un apasionamiento irreflexivo, exagerado o irracional sino un sentimiento o creencia fundada en los hechos personales o sociales: se piensa y se explica como un sentimiento. Ese sentir es compartido por quienes son y/o conocen a Varela, incluso quienes no eran ni conocían la localidad, “luego de conocerla, siempre les termina gustando”. Así, gracias al conocimiento empírico, derriban los prejuicios y estigmas compartidos, creados desde los medios de comunicación, en los cuales Varela “solo aparecía en la sección de policiales”, por lo tanto, “desconocen” la “amplia y diversa realidad de nuestro territorio”.

Si el primer criterio se basa en “una razón sentimental, el segundo se basa en aspectos económicos, sociales, territoriales y laborales. Varias personas refieren a esos datos principalmente por sus propias experiencias (de primera mano) pero también por un relato territorial contado principalmente por familiares, amistades y allegados (por terceros), casi no aparecen referencias a mediaciones e instituciones como son los medios de comunicación o la literatura (este conocimiento solo aparece en las entrevistas a trabajadores de la cultura: escritores, artistas, educadores, periodistas, archivistas). Se trata de razones y argumentos que buscan fundarse en datos empíricos experimentados por las mismas personas entrevistadas. Por ejemplo, la referencia al hecho de haber escuchado, en el pasado, a padres, madres, abuelas y abuelos, vecinas y vecinos o a la máxima autoridad del gobierno municipal planteando que Varela era un “bolsón de pobreza”, relacionándola así con la delincuencia, la falta de alimentos y de saber. Del mismo modo, escuchar en una historia más reciente, a otros intendentes desmitificando esa imagen de Varela, refiriéndose a la localidad como un “bolsón de oportunidades”. También las personas que responden con esta clave o criterio, observan diferencias en distintos periodos y brindan datos, como en “los ´90” cuando Varela apareció como un “lugar de ebullición” donde la desigualdad, exclusión y disputas por el poder se hicieron vigentes, aunque con otros sentidos y “avances”.

Además de esas características económicas, laborales, de infraestructura, etc. también aparecen referencias a características “sociales y territoriales” como son las comunidades de migrantes, más recientes y menos establecidas. Esto hace que Varela aparezca como “joven” y hasta “inexperta” pero que “quiere aprender” y “busca salir adelante”. También es la causa de conflictos sociales pero que, por las características “familieras”, de “buena gente”, se resuelven rápidamente.

Les varelenses también aparecen con esas características, como “trabajadores”, “emprendedores” y “soñadores”, pero “les hacían falta oportunidades”. Por eso, las personas entrevistadas encuentran la creación de la UNAJ y del Hospital El Cruce como “crucial”: para que surgieran esas posibilidades de progreso y crecimiento, tanto personal como social, de todo el distrito. Y estas respuestas se sostienen por el hecho de estar estudiando o ser atendido en esas instituciones o bien conocer a alguien que tiene esas experiencias; de ese modo demuestran la verdad de esas evidencias o afirmaciones identitarias.

Por último, en las entrevistas aparece un tercer tipo de criterio: las respuestas que se basan en la historia y la cultura. Respecto al primero, la referencia a la historia de la localidad determina las características identitarias de su población. En el pasado, Varela era una “ciudad dormitorio” (debido a su ubicación geográfica, a 30 km de la Capital Federal y de La Plata), tanto “por los bajos costos de alquiler” como por “la posibilidad de terrenos o de vivienda”, era un lugar estratégico –para los sectores trabajadores y obreros– vivir en esta localidad; aunque el viaje fuera largo, era cercano y económico para trasladarse a las capitales (de la provincia y de la nación) y a otras “localidades cercanas más grandes”, con mayor desarrollo y más empleos. En el presente, la historia reciente transformó la ciudad “dormitorio” en una ciudad con “arraigo familiar”. Ya no es esa ciudad donde “solo se viene a dormir” o se vive transitoriamente, hay trabajo, educación y recreación como para planificar y “aquerenciarse”.

Además de estas fundamentaciones identitarias históricas, en las entrevistas aparecen explicaciones de una cultura diferente que también marca las identificaciones, la agrupalidad y comunalidad: muchas entrevistas refieren a la “cultura del trabajo”, de “la cercanía” y “la solidaridad”, características positivas que “solo se encuentran en Varela”, es decir, de entrada es concebida como una característica distintiva, producto de la particular historia local. Sin embargo, al compararse con otras localidades aparecen características similares y también diferencias varelenses que se conciben como “negativas”: “faltas” o “deudas”. Por ejemplo, señalan que Berazategui “tiene más desarrollo cultural” o que “no teniéndolo, es la imagen que dan” en ese otro municipio. Esta característica o falencia –aunque negativa- es considerada como un “desafío” para “seguir creciendo” o como una necesidad de mostrar y reconocer: es algo “que ya tenemos y ya somos” pero que “no se muestra” o “no se ve”.

Varela también es definida a partir de criterios culturales en otro sentido, el de la “diversidad cultural”. Se trata de una conformación histórica desarrollada a partir de “las colectividades migrantes” que vinieron a vivir a Varela en distintos períodos y “se quedaron para siempre”, con diferentes actividades económicas, culturales, instituciones y fiestas: japoneses, escoceses e ingleses, friulanos (los primeros inmigrantes “de antes” que “fundaron la ciudad”: el pequeño centro cívico y las grandes áreas rurales) y los nuevos migrantes (paraguayos y bolivianos, entre otros) a los que (o los que) también (se) incluyen como parte de “la varelidad”: una autorepresentación positiva pero consciente de la desvalorización externa.

Divisiones y alteridades: ¿cómo y con qué o con quiénes se identifican y diferencian?

En las entrevistas, aparecen distintos criterios con los que se piensa la alteridad u otredad. Es dominante el hecho de que se visualicen sin demasiadas diferencias internas locales, al igual que lo hacen con las identidades/diferencias nacionales y provinciales. Incluso en muchos casos se negaron a pensar las diversidades como si fuese algo que estuviera mal. En cambio, al compararse con otros municipios, las diferencias son fuertes (Amati y Ponce, 2020). Así aparecen entrevistas que señalan que “hay más formas de distanciarnos que de unirnos con otras localidades”, que “el distanciamiento es por desconocimiento” o declaran directamente que “no se relacionan”.

A pesar de la poca diferenciación interna que encuentran en les varelenses, aparecen dos lógicas de “identidades/diferencias”:

  1. las relaciones entre partes distintas,
  2. la igualdad/diferencia al estilo de “las muñecas rusas”: son iguales en sus características y diferentes solo en el tamaño o las escalas.

En el primer caso, aparecen “distintas partes” de la localidad: 1. territorial: los barrios “del centro” y los “del fondo” de Varela; 2. por grupos socioculturales: los “pioneros” (descendientes de los primeros pobladores); los “vecinos” (que viven en el centro, son propietarios o profesionales, tienen comercios, mandan a sus hijos e hijas a las escuelas secundarias católicas del centro, egresaron de universidades nacionales como las de La Plata o Buenos Aires –la mayoría de carreras tradicionales como abogacía o medicina–, también incluyen en esta categoría de “vecinos” a los “primeros inmigrantes”: italianos, ingleses, japoneses); los “nuevos o más recientes” que, en las últimas décadas, fueron poblando zonas que antes eran semirurales: los “migrantes e inmigrantes recientes” o los “de la toma” (caracterizan de esos modos a determinados barrios y las identidades de quienes habitan allí). Esas diferencias con los inmigrantes más recientes (bolivianos y paraguayos) son descritas como las que generan algunos conflictos (bullying en la escuela; problemas de tránsito o de tomas de tierra) pero “se resuelven” y “se convive” por “la intervención estatal” o por la misma dinámica “social”. Esas diferencias no impiden “compartir una identidad”, “cruzarse” en el centro, en los actos y actividades de los fines de semana, “ser iguales” y “conocerse todos”, pensarse como “una sola comunidad”, “se dividen pero con los años se va generando esa mancomunión”. Incluso las divisiones partidarias aparecen más atenuadas que las de otras regiones nacionales o provinciales, “en el pasado de Varela hubo más radicalismo pero ahora no”, “ni muchos radicales, ni muchos que apoyan al PRO”. Debido a que realizamos las entrevistas antes y luego de la cuarentena por el COVID-19, observamos que el contexto de la pandemia reforzó en las respuestas la “no división”.

Varios testimonios afirman “ser todos iguales”, las diferencias no son descritas más que para decir que “no existen” o “no son importantes”. Por ejemplo, “a pesar de las diferencias religiosas”, “políticas” o “del lugar donde vivís”, siempre el objetivo es “salir adelante”. Incluso varias personas contestaron que las diferencias “no existen”, como si “diferenciarse” estuviera mal, siendo así negadas ya que en otros tramos (en las respuestas a otras preguntas), aparecen. En otros casos, se advierten diferencias pero se minimizan, por ejemplo respecto al posicionamiento en relación a la legalización del aborto: “todos se respetan obviamente (…) está muy presente eso de ‘no, vos sos abortera ’ o ‘ vos sos salvemos las dos vidas’ (…) siempre vamos a tener personas que no estén a favor, yo creo que en todos los distritos pasa”.

Lo que se quiere marcar es que esas diferencias –que definen como “obvias” o “naturales”– ni dividen ni separan, no se trata de diferencias fuertes: no hay “grandes fortunas” ni “countries” ni “mansiones” en el municipio; “no diría que hay grupos, siempre hay gente que tiene un buen pasar y gente que no lo tiene, pero no quiere decir que se formen grupos”, “está el que está viviendo bien y tiene sus posibilidades y gente que la está pasando muy muy mal pero argentinos todos”; “los que viven en el centro y tienen una linda casa y los que viven más lejos en otro tipo de casas”; “no veo división (…) si hay diferencias son diferencias por gustos o por actividades o por cuestiones que… qué sé yo, pero… son varelenses y te digo que te emocionás (…) Ahí es donde todas las diferencias se desvanecen”.

A diferencia de lo que encuentran en la escala local, esas diferencias y separaciones –que “están mal”– son evidentes cuando piensan en el “marco nacional” y en “los argentinos”, allí es donde nombran “la grieta” que aparece así más asociada a la Argentina que a Varela.

La otra lógica de identificación/diferenciación -que denominamos “muñecas rusas” y una de las entrevistadas definió con la metáfora de “capas de cebolla”- aparece en casos específicos. El más frecuente es el de las religiones: desde la católica, considerada la más antigua y la más grande, a las evangélicas, más nuevas y pequeñas; o los fieles del Señor de Mailín, la Virgen de Copacabana o el Gauchito Gil (solo son miembros o seguidores de uno de esos grupos pero esa diferencia no es sustantiva, no es algo que consideran que diferencia o divide). Esta lógica también aparece en las relaciones entre identidades nacionales, provinciales y locales, no hay mayores diferencias más que las de la escala: la “muñeca rusa” más grande es la nacional; la mediana, la provincial; la chica, la local. “Los argentinos somos como capas de cebollas, sacás una capa y otra capa y siempre somos iguales”; “somos familieros, pasionales, queremos crecer en un trabajo, vemos el trabajo como dignificante”, “somos futboleros, le ponemos garra, nos gusta el asado, los valores”; “estamos “subidos al ego (…) pero también somos solidarios”; “buscamos la justicia”; “sin acuerdos pero con acuerdos en momentos como este que vamos a salir”.8

Como dijimos, las mayores diferencias aparecen en relación a los demás municipios (los dos más nombrados son Berazategui y Quilmes y en menor medida, Almirante Brown, Lomas de Zamora y La Plata). Esto no solo es una cuestión representacional o de creencias, también tiene que ver con las historias compartidas o conocidas y con las divisiones geográfico-territoriales: sus orígenes e historias diferentes, las políticas de estados y gobiernos, los desarrollos infraestructurales… En fin, las políticas de estado de cada municipio y de la nación y la provincia en relación a los distritos.

En estos casos, en comparación con otras identidades, las diferencias siempre son jerárquicas y en esas jerarquías Florencio Varela siempre ocupa los últimos puestos, más allá de que se trate de diferencias infraestructurales, económicas, educativas, etc.

Entre las representaciones de los otros municipios, Quilmes es el distrito con “mayor poder adquisitivo”, tiene “familias patricias”, banqueros, empresarios, y también muchos descendientes de inmigrantes ingleses, italianos, españoles; además cuenta con mayor “desarrollo céntrico”, en infraestructura y en edificios, es “muy cultural”, tiene “de todo” y “desde siempre”: tienen universidad desde hace décadas (la UNQ), con una editorial que produce libros, y dos colegios ingleses, bancos, supermercados, edificios, countries, clubes que juegan en primera,9 lugares de recreación como los balnearios del río, la peatonal. Sin embargo, se critica que es una “ciudad elitista con arraigos ingleses”, con “mayor inseguridad”, “falta de contención” y “poca solidaridad”. En las representaciones, se trata de diferencias “infranqueables” pero que, paradójicamente, no tenerlas también tiene efectos positivos. Así, una entrevistada señala que Quilmes es, por las mismas razones, más despersonalizada, más fría: “vos en Quilmes te reunís con funcionarios y el funcionario no está viendo a doña Josefa, simplemente está viendo a una contribuyente y analizando la situación de una contribuyente.”

En varias entrevistas refieren al ascenso social de varelenses que “se van a vivir a Quilmes”, como “los de Quilmes se van a vivir a capital”, pero “los de Varela siempre vuelven”.

Otra característica es el uso que se hace de esas representaciones identitarias locales en la vida cotidiana: es muy marcada y señalada como una suerte de competencia o una distinción aclarar o identificarse diciendo “yo soy de Quilmes”, “soy de Varela”, “soy de Bera”. Esa diferenciación marca claramente separaciones y jerarquías ya que decir quilmeño es decir que son “los más chetos” y decir soy varelense, es un estigma” que también supone, cada vez más, el orgullo del estigma ya que las características que se estigmatizan resultaron ser, a través del tiempo y los cambios urbanos, valores que deberían retomarse.

En relación a Berazategui, les varelenses ven a esta localidad como “pueblerina” (“igual que Varela”) pero “más linda”, y con un crecimiento distinto, “más cuidado”. Además, refieren que Berazategui cuenta con muchos “museos y centros culturales”, “talleres, ferias, encuentros que reciben a personas de toda la provincia y el país”. Aquí las diferencias también marcan una falta y una desjerarquización pero que tiene ciertas ventajas: Varela, a pesar de no poseer la cantidad de instituciones que tiene Berazategui, tiene “un buen trabajo” y “proyectos que están en el mismo o en mayor nivel que los de otros lugares”, lo que sucede es que “no se lo conoce”.

Esas “carencias” hacen que Varela tenga “desafíos” y la necesidad de estar “siempre renovándose”, “creando situaciones” que la llevan a “estar a la altura de los otros distritos”. Esa historia y situación obliga a “la creatividad permanente” a la necesidad de “interactuar con los otros”, experiencias que hacen de Varela “un distrito muy solidario”. El paso del tiempo también cambió la autopercepción del estigma: entre los recuerdos de décadas pasadas se encuentran la dificultad y el miedo de amigos, compañeros o familiares para venir a visitarlos a la localidad, en las respuestas no hay descripciones pero sí expresiones que generalizan y dan por sentado esos sentidos: “tenían que venir a Florencio Varela”; “decían: ¡uy, los varelenses!”; “si te habías mudado a Varela, te decían “¿estás loca?” “¿adónde te fuiste a vivir?”, “en los periódicos salían los ahorcados, los asesinatos (…) por ahí hay otras formas de difundir pero creo que nos ven como a los otros”; “gracias a que existe el Hospital del Cruce, cambió la forma de ver a la gente de Varela, de los doctores que hacen trasplantes a nivel mundial, muy conocido el Hospital del Cruce”; “la Universidad Arturo Jauretche empezó a cambiar las apreciaciones del afuera”.

Concepciones del tiempo y el espacio territorial local

El espacio y el tiempo son dos categorías básicas de la experiencia humana, dimensiones inseparables que rara vez se discuten, se dan por sentadas y se creen que son inmutables (Harvey, 1998). Sin embargo, aunque universales, sus sentidos son particulares y polisémicos.

En las entrevistas, las concepciones sobre el tiempo suelen ser biográficas y el espacio se configura a partir del tejido comunitario local donde transcurrió cada historia de vida. La mayor parte de las personas entrevistadas refieren a una historia biográfico-comunitaria (de sus barrios, sus grupos de referencia, asociaciones sociales) y en menor medida refieren a una historia oficial (reconstruida y registrada en periódicos, libros, museos, archivos o escuelas locales).

En esos recuerdos aparecen redes sociales con mayor o menor institucionalidad, donde la comunidad aparece trabajando a la par de instituciones mayores como son las religiosas y las estatales. Esto tiene que ver con una historia territorial. La población se agrupaba por parroquias y, en algunas zonas alejadas de los centros, la parroquia estaba más presente en el día a día que el propio Estado. Por eso la memoria del Obispado de Quilmes aparece en Varela, ya que la Iglesia trabaja con otra división territorial que abarca (no divide) a los tres distritos: Quilmes, Berazategui y Varela. Si bien hay referencias a las fronteras espaciales distritales, hay una experiencia de vida (religiosa o familiar) que atraviesa o articula esas fronteras e identidades.

Otras instituciones que aparecen en las memorias de los entrevistados son las sociedades de fomento y los clubes: el fomentismo fue muy fuerte en el desarrollo comunitario barrial tanto como los clubes de fútbol, también barriales y abiertos a la comunidad próxima para todo tipo de necesidad y actividad (por ejemplo, del club se recuerdan no solo los deportes sino también los encuentros y los corsos). Es una característica de “instituciones que hacían de todo” (no solo la función que se suponía debían cumplir: religiosa, deportiva o fomentista): más próximas y más abiertas a las necesidades y al trabajo comunitario y barrial.

Así, en varias entrevistas se recuerda que en los barrios, “hace unos 40 años atrás, todo pasaba por la parroquia (…) incluso la unidad básica surgió de la parroquia”. En los relatos, las parroquias brindaban un trabajo muy importante en la localidad. A partir de allí se iba generando una organización sólida con redes muy fuertes y esto se señala como algo que diferencia a Varela de otros distritos donde cada cual está en su lugar o hace lo que se supone le corresponde (la división en las funciones religiosas, políticas, educativas, culturales o de tiempo libre).

Estas concepciones respecto al espacio -visto como parroquial, barrial, como una suerte de “red comunitaria”- impacta en las concepciones del tiempo: no hay una referencia a la línea “del pasado hacia el futuro” con una “periodización” (ni oficial ni oficiosa), no hay una referencia a los periodos nacionales “enseñados en la escuela”, periodos de la historia nacional fijados por la currícula escolar y por la disciplina Historia. En cambio, la referencia mayoritaria es a un tiempo y a los acontecimientos de la biografía personal, una periodización que está marcada también por la historia del propio barrio: la creación y actividades de la parroquia, de la sociedad de fomento, del club de fútbol. También son usuales las referencias a los momentos de grandes cambios en el centro de Varela: cuando se peatonalizó la calle Monteagudo; cuando se construyó el primer y –durante mucho tiempo– único edificio, frente a la estación; cuando se hizo el bajo nivel y la Avenida Eva Perón, cuando se instaló el cajero automático sobre Avenida Calchaquí, cuando se abrió el cine, se construyó el Polideportivo y el corsódromo, cuando se crearon los Hospitales (primero, Mi Pueblo y luego el del Cruce, Néstor Kirchner), cuando se creó la Universidad, etc.

No se trata de una explicación periodizada históricamente ni tampoco una periodización de la historia local relacionada con la historia nacional ni latinoamericana. Se trata de una periodización por hitos o acontecimientos relacionados con la infraestructura y el desarrollo territorial que tuvieron un impacto en la vida cotidiana y en las prácticas (educativas, sanitarias, económicas, etc.) de las y los varelenses.

Por eso aparecen memorias donde Varela era “el pequeño centro”: “pintoresco”, con “árboles frondosos, lindas casas y pocos comercios”, con un “ritmo pueblerino” –donde todo paraba en el horario de la siesta–. Un Varela que estaba alejado de las rutas y las vías que conectaban a otras localidades y a Buenos Aires y La Plata. En las opiniones de las personas entrevistadas, esta característica territorial aparece asociada al tiempo pasado. Se trataba de un tiempo suspendido y un Varela suspendido en el tiempo: Varela estaba “lejos” y “escondido”, nadie pasaba por el centro excepto los mismos varelenses, nadie conocía “lo lindo y bueno” que era.

Justamente la creación de la UNAJ y el Hospital de El Cruce, sobre la Avenida Calchaquí o Ruta 2- transformaron la temporalidad y el espacio. Esos circuitos no eran considerados “muy varelenses” porque se trata de la frontera con otras localidades y porque el ritmo de las rutas son asociados con el tránsito y la vertiginosidad: lugares de tránsito, de pasaje a otros destinos (era la ruta para ir a la costa y a Mar del Plata, antes de la construcción de la Autopista Buenos Aires – La Plata), se trataba de no lugares (Augé, 1993). En el pasado, eran espacios de mucha circulación y abandonados : eran peligrosos , inseguros , tierra de nadie . Con la creación de la UNAJ y el HEC, cambió la historia de Varela :, son instituciones que ahora dan orgullo a las y los varelenses, pero además son lugares que se habitan y donde todos se conocen, porque siguen siendo de Varela (por sus funciones educativas y de salud pero también por las actividades culturales y comunitarias abiertas a toda la comunidad ).

Así, el espacio y el tiempo están marcados por los límites por donde circulaban y circulan (en función de sus lazos familiares, laborales, de acción social, religiosa y política) y por la propia biografía (periodos establecidos según sus propias edades y etapas: niñez, adolescencia, juventud, adultez; o periodos o lugares vividos por sus familiares). Así como las fronteras distritales establecidas por el Estado suelen aparecer –aunque solo aquellas que se visitaron– las periodizaciones de la historia oficial –nacional, regional o local– no suelen conocerse o tenerse en cuenta como una categoría propia/apropiada.

Recomendaciones o discusión

Los resultados presentados en la sección anterior, fueron obtenidos en el marco de nuestro proyecto. Es decir que el encuadre teórico-metodológico determina ciertos presupuestos que como investigadores se deben advertir al trabajar en campo, al realizar guías de entrevistas y al analizar las respuestas. Problematizar los modos en que conocemos y producimos conocimiento (no solo recogemos datos, sino también los producimos en el mismo momento de la recolección) nos permite revisar las nociones de objetividad, neutralidad y subjetividad científicas sin perder rigurosidad ni validez en los resultados. Al observar y desnaturalizar nuestras10 perspectivas, criterios e intereses presentados en la introducción (el uso irreflexivo de categorías locales, la homogeneización y esencialismos de identidades y memorias nacionales y locales, la definición local –varelense o conurbana– por la negativa o por la oposición a la ciudad de Buenos Aires (Gorelik, 2015), etc., pudimos dejar de usarlas irreflexivamente en los objetivos propuestos, en las preguntas realizadas y las fotografías mostradas y también en el análisis: problematizar cómo y qué preguntar y cómo interpretar o analizar las respuestas de los entrevistados (para acceder a sus perspectivas, criterios e intereses locales o nativos: varelenses ).

De ese modo, retomando a Smith y Hodkinson (2016: 46-78), en lugar de utilizar las metáforas o imágenes de investigación “descubrir y encontrar” (en nuestro caso, identidades y memorias) usamos las de “construir y hacer” (preguntas y respuestas sobre identidades y memorias). Al investigar estamos sujetos/sujetados a usos prácticos y a la interpretación y reinterpretación (de esos datos sobre identidades y memorias): “los datos no vienen de los hechos sino de la relación entre el investigador y los sujetos de estudio” (Guber 2001: 49). No se trata de tener más o menos objetividad ni tampoco de asumir un subjetivismo extremo, sino de una producción social, intercultural e inter-subjetiva: articular y diferenciar los sentidos (identidades y memorias) de les integrantes del proyecto y de las personas cuyas prácticas, identidades y memorias investigamos.

Si los mismos actores son los que seleccionan y jerarquizan como memorable, argentino y varelense ciertos acontecimientos, espacios y características con los que se identifican/imaginan como comunidad nacional y local, debíamos acceder a esas perspectivas (no solamente a las nuestras ni a las ya fueron indagadas en otros estudios).

Las y los actores (“las personas que viven en Varela”) comparten distintos significados sobre Varela (atributos colectivos identitarios, experiencias y memorias que, además de identificarse, les permiten diferenciarse tanto internamente como de otros grupos y comunidades). Entonces las respuestas son datos que no vienen en bruto, no son un material inerte al que nosotras y nosotros, las y los investigadores, le agregamos una explicación, sino que ya vienen explicados por las mismas personas entrevistadas: son esas lógicas, matrices o (inter)relación/es las que buscamos indagar en Florencio Varela.

El hecho de problematizar estas cuestiones nos permitió acceder a categorías de les actores y observar particularidades locales que muchas veces se pasan por alto, generalizando o dando por supuestas identidades nacionales, locales o del “conurbano” . Las identificaciones y diferencias, las representaciones del tiempo y del espacio son de difícil acceso si no se tiene en cuenta cómo se produce conocimiento en contextos e interacciones situadas o localizadas.

Conclusiones

El análisis de los resultados y la consideración de las recomendaciones o discusión teórica- metodológica antedicha, nos lleva a proponer las siguientes conclusiones como las más significativas para el caso estudiado:

  1. Las identidades y memorias colectivas se conciben, desde las perspectivas de les varelenses, a partir de tres criterios de identificación e interrelación: primero, las lógicas sentimentales o de explicación sentimental (presentar las identidades y memorias locales y nacionales basándose en los sentimientos, propios o ajenos, hacia el territorio y su población); segundo, las lógicas que se basan en datos sociales, territoriales, laborales y económicos (razones que se encuentran a la hora de explicar identidades y memorias nacionales y locales) y tercero, la “explicación causal” de esas identidades y diferencias (que se encuentran en la historia y/o el proceso histórico-cultural pasado y presente).

Mientras el primer criterio está centrado en los sentimientos personales compartidos hacia o del territorio y su gente; el segundo y el tercero, se focalizan en hechos experimentados y comprobados por experiencias personales (propias o de otros); el tercero incluye además, datos que no son personales, que no se experimentaron personalmente, sino que son productos de la historia o de los procesos culturales que quedaron registrados en fuentes o relatos escritos: la veracidad de esos datos está dada por esos registros y archivos que pueden comprobarse. Los primeros criterios suelen tener una lógica más esencialista que el último.

Las personas entrevistadas utilizaron distintas categorías, clasificaciones y referencias a identidades (históricas, religiosas, migrantes, barriales, de géneros, etc.) En todas hay una autorepresentación positiva de la membresía pero consciente de la desvalorización externa. No aparecieron las categorías (usuales en el estado del arte) de: “identidad local” o “conurbano” (excepto que refirieran al modo en que otros los llaman o al aludir a los “estigmas”). Se hizo referencia a “los argentinos” y “los varelenses” y a “el distrito”, “el municipio” y “la provincia” (pero no a “los bonaerenses” ni al “AMBA” o al “Gran Buenos Aires”, término más usual en la clasificación estatal y académica).

  1. Las alteridades, diferenciaciones y divisiones son consideradas, desde la perspectiva de las y los actores, como negativas. La lógica de la identidad y el igualitarismo es dominante en las respuestas sobre las identidades nacionales, provinciales y locales, mientras que la lógica de las diferencias son dominantes en la diferenciación entre localidades cercanas. Mientras la primera sigue un estilo de “muñecas rusas” o de “capas de cebolla” (se comparten las características: somos iguales en todo excepto en el tamaño o la escala); la segunda, sigue una lógica de diferencias entre partes distintas. Aparece un sentido dominante para el cual las diferencias están mal y una consideración de que en Varela no hay distinciones, jerarquías ni diferencias mientras en el país continúa “la grieta” que incluyen reiteradamente en las respuestas para criticarla (más allá de la edad, el sexo y género, la ideología, el perfil socioeconómico). Así, las mayores diferencias y disputas aparecen a la hora de compararse con las localidades e identidades cercanas, principalmente Quilmes y Berazategui.
  2. Las concepciones respecto al tiempo y al espacio territorial local suelen estar basadas en la propia experiencia (historias biográficas) o en acontecimientos locales (historia acontecimental local): referencias que van desde la fundación del municipio y el monumento a la bandera, hasta la creación de hospitales y la universidad, pasando por el primer banco con cajero automático, el cine o el supermercado, la peatonalización o el metrobús.

El territorio aparece representado con pocas transformaciones culturales e infraestructurales (comparados con las otras localidades y con el país), e impactan en la percepción de un “tiempo suspendido”: con pocos cambios, una temporalidad local que se aceleró recién en las últimas décadas. En las respuestas, la historia aparece configurada como “línea o fecha del tiempo” que aunque poco, evoluciona o involuciona o bien como una “temporalidad circular”: una larga etapa de letanías y repeticiones.

A la vez, esas representaciones del tiempo impactan sobre el espacio: hacen de Varela un lugar alejado, no solo de los grandes centros, del progreso y modernizaciones urbanas , sino también quedado en el tiempo . Sin embargo esa característica es considerada en este contexto, incluso en el de la pandemia como una oportunidad y desafío , ya que los mantuvo en una especie de estado de inocencia y juventud, a pesar del tiempo transcurrido, que puede ser aprovechada en un futuro no muy lejano que, como tal, es promisorio.

El territorio varelense (como el nacional y el de otras localidades) aparece marcado con ciertos emblemas identificadores de su ocupación (las referencias a la fundación, formación y demarcación de los espacios públicos: calles, monumentos, organismos e instituciones estatales y comerciales) que son recordados de diversos modos por distintos actores que, en las entrevistas, reactualizan esa imaginación identitaria estatal.

  1. Por último, a la hora de conocer y explorar esta terra incognita (para retomar de la introducción, la metáfora de Gorelik), podemos observar que estos espacios se presuponen míticamente (desde muchas investigaciones pero también aparece así en las respuestas en que refieren a cómo los ven los otros: los medios masivos, las personas de otras localidades, los investigadores) como si fuesen espacios sin historia o como territorios que han sufrido –casi pasivamente– los efectos de la nacionalización: como si la historia local no fuese parte de una historia nacional que se produjo –casi indiscutiblemente– en otros lugares. Los acontecimientos históricos (los que se registran, archivan, enseñan y comunican) fueron definidos como tales por su cercanía a un centro que nunca se considera localizado y que, en las respuestas, siempre está lejos de Varela . La ciudad de Buenos Aires –lo que sucedió y lo que acontece o pasa allí– funcionó durante mucho tiempo como metonimia de toda la Argentina . Se tomó algo localizado (una parte) como si fuese lo que sucede y lo que identifica a la Argentina (el todo). Tomando la parte por el todo, se perdieron diferencias y matices de otras localidades. En las respuestas aparecen esas diferencias junto con la conciencia de no ser o no pertenecer a ese centro.

Pensar espacios y territorios “sin historia” (o con una mera historia local, pequeña, circunscrita y autocontenida) también supone pensarlos “sin presente” o con un presente continuo: sin cambios o solo cambiando como efecto de lo que sucedía/sucede en el centro de la nación .

En este proyecto, al indagar cómo se producen localmente esas historias y memorias, esas identidades y diferencias , no como contenidos o categorías estables, sino como modos de relación histórica , reponemos algunos procesos que fueron descuidados por el conocimiento académico. De este modo, como resultados empíricos y conclusiones provisorias de un proyecto que continúa en nuestra Universidad, esperamos aportar datos para desmitificar y conocer realidades y temas localizados y problematizados aquí, pero también descuidados por algunos campos y disciplinas.

 

Referencias bibliográficas

  • Alatsis, G. y Herrera, N. (2018). Fiestas patrias, memoria e identidad: una mirada de conjunto, en Amati, M. (Ed.) Disputas por el Bicentenario en Argentina, Florencio Varela, Universidad Nacional Arturo Jauretche, 133-144.
  • Amati, M. (Ed.) (2018). Disputas por el Bicentenario en Argentina: memorias colectivas, festejos oficiales y alternativos, Florencio Varela, UNAJ.
  • Amati, M. (2016). El Bicentenario de Cambiemos. Bicentenarios, memorias y futuros posibles.
  • Mestiza, Revista de Cultura, Política y Territorio, UNAJ. https://revistamestiza.unaj.edu.ar/el- bicentenario-memorias-y-futuros-posibles/
  • Amati, M. y Galizio, A. (2018). De festejos y contrafestejos: performances en el Bicentenario de la Independencia de Tucumán, en Amati (Ed.) Disputas por el Bicentenario en Argentina, Universidad Nacional Arturo Jauretche, 53-77.
  • Amati, M. y Ponce, Y. (2020). Desde lo local, ¿cómo pensamos las desigualdades, las diferencias y el igualitarismo? Revista Pueblo, Universidad Nacional Arturo Jauretche, (7),
  • octubre de 2020. https://www.unaj.edu.ar/pueblo/revista-pueblo-7/colaboraciones-nacionales/desde-lo-local-co mo-pensamos-las-desigualdades-las- diferencias-y-el-igualitarismo/
  • Anderson, B. (2000). Comunidades Imaginadas, Buenos Aires: FCE.
  • Arfuch, L. (2005). Identidades, sujetos y subjetividades, Buenos Aires: Prometeo Libros.
  • Augé, M. (1993). Los no lugares. Espacios del anonimato. Una antropología de la sobremodernidad, Barcelona: Gedisa.
  • Barth, F. (1976). Los grupos étnicos y sus fronteras. México: Fondo de Cultura de México.
  • Berger, P. y Luckmann, T. (1986). La construcción social de la realidad. Buenos Aires: Amorrortu. Bourdieu, P. (1980). L’identité et la représentation. Eléments pour une réflexion critique de l’ideé de région. Actes de la recherche en Sciences Sociales, (35), 63-72. https://www.persee.fr/doc/arss_0335-5322_1980_num_35_1_2100
  • Briones, C. (1994). Con la tradición de todas las generaciones pasadas gravitando sobre la mente de los vivos: usos del pasado e invención de la tradición. RUNA, Archivo Para Las Ciencias Del Hombre, 21(1), 99-129.
  • Brubaker, R. y Cooper, F. (2001). Más allá de identidad. Apuntes de Investigación del CECyP, (7), 30-67.
  • Candau, J. (2001). Memoria e identidad. Buenos Aires: Colihue.
  • Chaves, M. y Segura, R. [dir.] (2021). Experiencias metropolitanas. Clase, movilidad y modos de habitar en el sur de la Región Metropolitana de Buenos Aires, Buenos Aires: Teseo.
  • Chaves, M.; Segura, R.; Cingolani, J.; Hernández, M.C.; Porta, S; Salama, C; Molaro, M (2017).
  • Berazategui y Florencio Varela: modos de interacción social, segregaciones y nodos de intercambio [Discurso principal]. XXXI Congreso de la Asociación Latinoamericana de Sociología, Universidad de la República, Montevideo.
  • Di Meglio, G. (2021). Una clave de la historia argentina: Provincias y Nación, MHN [Archivo deVídeo]. Facebook. https://www.facebook.com/watch/live/?v=285840279602181&ref=watch_permalink
  • Di Virgilio, M.; Guevara, T.; Arqueros, S. (2015). La evolución territorial y geográfica del conurbano bonaerense. El Gran Buenos Aires. Historia de la Provincia de Buenos Aires, VI, Buenos Aires:Edhasa-UNIPE.
  • Erikson, E. H. (1980). Identidad. Juventud y crisis. Madrid: Taurus.
  • Erikson, E. H. (1994). Un modo de ver las cosas. Escritos selectos de 1930 a 1980. México: FCE. Galizio, A. y Fernandez Ameghino, M. (2018).El tablero del Bicentenario: un dispositivo de divulgación científica y comunicación educativa, Disputas por el Bicentenario en Argentina,
  • Universidad Nacional Arturo Jauretche, 79-132. Geertz, C. (1987). La interpretación de las culturas. Gedisa.
  • Giddens, A. (1997). Modernidad e identidad del yo, el yo y la sociedad en la época contemporánea. Barcelona: Península
  • Gil, A; Beltrame, C.; Amati, M y Galizio, A. (2017). Arte y Política: Los globos negros del Bicentenario, Mestiza, Revista de Cultura, Política y Territorio, https://revistamestiza.unaj.edu.ar/los-globos-negros-del-bicentenario/
  • Gorelik, A. (2015). Terra incognita. Para una comprensión del Gran Buenos Aires como Gran Buenos Aires. Historia de la provincia de Buenos Aires: el Gran Buenos Aires, Buenos Aires: Edhasa, pp. 21-71.
  • Grimson, A. (2011). Los límites de la cultura.Críticas de la teoría de la identidad, Buenos Aires: Siglo XXI.
  • Grimson, A. (2003). La nación después del deconstructivismo. La experiencia argentina y sus fantasmas. Revista Nueva Sociedad, (184), pp. 33-45. https://nuso.org/articulo/la-nacion-despues-del-de-constructivismo-la-experiencia-argentina-y-sus-fantasmas/
  • Guber, R. (2001). La etnografía. Método, campo y reflexividad, Buenos Aires: Norma.
  • Guber, R. y Rosato, A. (1986). La construcción del objeto de investigación en antropología social: una                aproximación. Cuadernos De antropología Social, (3). http://revistascientificas.filo.uba.ar/index.php/CAS/article/view/4851/4340
  • Hall, S. (1996). ¿Quién necesita identidad?, Questions of cultural identity, Londres: Sage.
  • Halbwachs, M. (2004). Los marcos sociales de la memoria, Caracas: Anthropos.
  • Harvey, D. (1998). La experiencia del espacio y del tiempo. La condición de la posmodernidad, Buenos Aires: Amorrortu, pp. 225-356.
  • Hobsbawm, E. y Ranger, T. [eds.] (2002). La invención de la tradición, Barcelona: Crítica.
  • Hroch, M. (1993). ¿Sabemos suficiente sobre el “nacionalismo”?, Internacional Congress Nationalism in Europe. Past and Present”, I, Universidad de Santiago de Compostela, pp. 229-245.
  • Insúa, M. y Ñañez, G. (2021). Luchas por las memorias y marcas territoriales del terrorismo de Estado en Florencio Varela. Identidades y memorias: seis postales de Florencio Varela. [en prensa].
  • Jelin, E. (2002). Los trabajos de la memoria, Madrid: Siglo Veintiuno Editores.
  • Miguez, H.G. (2003). El desarrollo urbano a lo largo del Camino del Sur en el trayecto Buenos Aires
  • – Parque Pereyra Iraola. Anales LINTA, Laboratorio de Investigaciones del Territorio y el Ambiente, 2(III), , pp. 71-80. https://digital.cic.gba.gob.ar/handle/11746/689
  • Nora, P .(2008). Los lugares de la memoria, Montevideo: Trilce. Nun, J. [comp.] (2005). Debates de Mayo.Barcelona: Gedisa.
  • Ortemberg, P. (2013). El origen de las fiestas patrias: Hispanoamérica en la era de las independencias, Rosario: Prohistoria Ediciones.
  • Palti, E. (2003). La nación como problema. Fondo de Cultura Económica.
  • Ricoeur, P. (1999). La lectura del tiempo pasado: memoria y olvido, Madrid: Arrecife-Universidad Autónoma de Madrid.
  • Schwartz, S. (2001). The Evolution of Eriksonian and Neo – Eriksonian identity theory and research: A Review and Integration. Identity: An International Journal of Theory and Research, 1(1), 7-58.
  • Smith, J. y Hodkinson, P. (2016). Relativismo, criterios y política. El arte y la práctica de la interpretación, la evaluación y la presentación, Mexico: Gedisa, pp. 46.78.
  • Tejero Yosovitch, Y. y Britez, A. (2018). El Bicentenario de la Independencia en Florencio Varela: nuestras formas de “estar ahí”. Disputas por el Bicentenario en Argentina, Florencio Varela, Universidad Nacional Arturo Jauretche, pp. 79-103.
  • Zarazaga, R. y Ronconi, L. [comp.] (2017). Conurbano infinito: Actores políticos y sociales, entre la presencia estatal y la ilegalidad”. Buenos Aires: Siglo XXI.

 

Notas:

1 Un análisis de estas discusiones en el caso del área de Buenos Aires y de Florencio Varela pueden encontrarse en Di Virgilio et al. (2015), Chaves y Segura (2021), Zarazaga y Ronconi (2017), Miguez (2003) y Chaves et al. (2017).

2 Desde los Debates de Mayo realizados en la Biblioteca Nacional (Nun, 2005) hasta el Ciclo de Charlas del Museo Histórico Nacional (Di Meglio, 2021): Una clave de la historia argentina: Provincias y Nación. Ver en https://www.facebook.com/watch/live/?v=285840279602181&ref=watch_permalink y https://museohistoriconacional.cultura.gob.ar/media/uploads/site-6/multimedia/programa_charla_baja.pdf

3 El equipo se dividió y focalizó en diferentes líneas y unidades del tema general del proyecto, cuyos resultados fueron presentados en jornadas y congresos y en la convocatoria para la publicación de libros UNAJ-2021 (en proceso de evaluación). En el caso de las entrevistas, cuyo análisis presentamos aquí, las observadoras y entrevistadoras fuimos – además de la autora de este informe–: Natalia Estepa; Yamila Ponce, Euclides Simao y Nora Sarmiento, becarias y estudiantes de Trabajo Social. sentimientos y recuerdos y la elección de colores para territorios anteriormente nombrados por los mismos entrevistados: municipios, provincias y país).

4 Presentamos una ponencia sobre la producción de la guía en el Congreso de REDCOM, UNLPAM. Amati (2021), “Territorios, identidades y patrimonios locales: estrategias metodológicas de un proyecto en Florencio Varela”. Ver en: https://tv.unlpam.edu.ar/episodio/eje-8-epistemologia-teorias-y-metodologias-de-la-comunicacion-jueves/

5 Ver infra.

6 De esa selección de informantes clave, realizamos 35 entrevistas y conversaciones (algunas cara a cara y otras, durante la cuarentena, por videoconferencia) y observamos 10 actos o conmemoraciones (del periodo 2018-2021). A saber: actos del 30 de enero (aniversario de la localidad); 24 de marzo (Día de la Memoria, la Verdad y la Justicia); 2 de abril (Día del Veterano y de los Caídos en la guerra de Malvinas); 24 de junio (Día de San Juan Bautista, Patrono de la localidad); mayo y septiembre (Varela Mitsuri); 2 de diciembre (Día del Orgullo); febrero (carnavales). El contexto de los actos nos permitió realizar conversaciones y contactar a posibles personas para entrevistar. Como parte de las entrevistas, los intercambios (anteriores y posteriores, en actos y/o por celular o WhatsApp) nos brindaron información como también el pedir que nos sugirieran a otras personas para entrevistar y las razones por las cuales teníamos que hacerles la entrevista (esto, más que aplicar la técnica de selección “bola de nieve”, fue parte del relato de la entrevista y del análisis). (atributos compartidos); interrelaciones (conectabilidad) y sentimientos de pertenencia (agrupabilidad).

7 Así, en todas las respuestas (más allá de las diferencias en los contenidos (por ejemplo, cuando identifican a Varela como pueblo chico o pueblo grande, como lugar de buena gente o lugar estigmatizado), siempre aparecen tres tipos de criterios o fundamentos que se pueden sintetizar en las siguientes expresiones o modos de decir ese contenido: 1. lo que siento o sentí, 2. lo que vivo, viví, experimenté o lo que me contaron quienes lo vivieron, 3. lo que analizo o interpreto de la historia y/o la cultura de Varela.

8 Este tipo de respuestas que refiere a la unidad que se logra en momentos de crisis apareció tanto en las entrevistas realizadas a fines del 2019 y principios del 20 (en relación a las crisis políticas y económicas del cambio de gobierno –del neoliberal macrista al peronista kirchnerista–) como en las que realizamos luego de la cuarentena por el COVID 19 (en referencia a otro tipo de crisis: la sanitaria).

9 El Club Defensa y Justicia (el “Defe”) ascendió a primera división en el 2014, si bien aparece en las entrevistas como motivo de orgullo e identificación, al momento de pensar las alteridades esta referencia no aparece. Luego de realizadas las entrevistas, en el contexto de Pandemia de COVID-19, ganó la Copa Sudamericana, será interesante analizar y observar las modificaciones en las identidades y alteridades locales. Radicada en el proyecto, se presentó con este tema a la Convocatoria de Becas EVC-CIN, una estudiante de la carrera de Trabajo Social (Gloria Jaquelina Escobar).

10 “Nuestras” porque son las utilizadas en la comunidad académica, por les investigadores de la problemática del proyecto, por eso la incluimos en la introducción (el estado de la cuestión).

Back To Top