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Secretaría de Investigación y Vinculación Tecnológica | Universidad Nacional Arturo Jauretche

Initiation in field work among UNAJ social work students. An approximation

 Laura Colabella,[1] (UNAJ)

Resumen

El presente informe pretende documentar y analizar el modo en que estudiantes de la carrera de Trabajo Social de la Universidad Nacional Arturo Jauretche (UNAJ) se acercan a la materia Antropología Social y Cultural. Con este propósito, describiremos cómo resignifican la idea de alteridad antropológica, cómo aprehenden en la práctica las técnicas y los métodos del trabajo de campo etnográfico; así como el impacto que esta experiencia adquiere en sus vidas, las de sus familias y en el mundo académico de la universidad. Este análisis se inspira en el papel transformador que, según Loïc Wacquant, cumplió el trabajo de campo en la obra de Pierre Bourdieu cimentando las bases para su futuro andamiaje teórico-conceptual.

Palabras clave: UNAJ, trabajo de campo, enseñanza de la antropología, trabajo social

Abstract

This report aims to document and analyze the way in which students of the Social Work career at UNAJ approach the subject Social and Cultural Anthropology. For this purpose we will describe how they redefine the idea of anthropological otherness, how they apprehend in practice the techniques and methods of ethnographic fieldwork; and the impact that this experience acquires in their lives, those of their families and in the academic world of the university. This analysis is inspired by the transformative role that, according to Wacquant, the fieldwork played in Pierre Bourdieu’s work, laying the foundations for his future theoretical-conceptual scaffolding.

Keywords: UNAJ, Fieldwork, Teaching Anthropology, Social Work

Introducción

El propósito de este informe consiste en analizar la experiencia pedagógico-didáctica realizada en el marco de la materia Antropología Social y Cultural de la carrera de Trabajo Social de la UNAJ. Dicha opción de análisis se sustenta en que, como fue señalado en el informe de avance, los propósitos iniciales del proyecto debieron modificarse debido a la falta de financiamiento.[2] Por esa razón, decidimos explorar los aspectos pedagógicos involucrados en la enseñanza del trabajo de campo etnográfico para estudiantes de la carrera de Trabajo Social. Decidimos explorar esta arista a partir del artículo de Wacquant (2006), dedicado a reflexionar sobre el Bourdieu etnógrafo y el papel transformador que cumplieron sus trabajos de campo en Argelia y en su tierra natal, el Béarn.

En primer lugar, describiremos la propuesta de enseñanza de la antropología a estudiantes de la UNAJ, en los primeros años de la carrera de Trabajo Social. En segundo lugar, mostraremos los modos específicos en que los estudiantes abordan la experiencia de trabajo de campo antropológico y cómo resignifican el concepto central de la propuesta –la alteridad como eje de la disciplina–. En tercer lugar, con base en un análisis comparativo, vincularemos el quehacer del trabajo de campo cuanto experiencia con el aprendizaje de la alteridad y la producción de teoría sui generis, entre los estudiantes, en las docentes-investigadoras y en el mismo Bourdieu, recuperando la perspectiva de Wacquant sobre dicho proceso.

La autora ya había participado de una investigación anterior –en colaboración– sobre los modos en que los(as) estudiantes de la UNAJ articulaban su vida cotidiana con la vida universitaria. Esta fue financiada con una beca CLACSO-ASDI en el marco de la convocatoria “Estudios sobre Políticas Públicas en América Latina y el Caribe: democracia, ciudadanía y justicia social” en el año 2013. Dicha investigación ofreció un telón de fondo para conocer las condiciones en que los(as) estudiantes de las universidades del conurbano llevan adelante sus vidas y sus estudios, y el sentido que tiene para ellos la experiencia universitaria: básicamente, y contra las ideas dominantes en torno a los sectores populares y sus intereses exclusivamente instrumentales, los(as) estudiantes afirmaron que además de la salida laboral, la realización personal funge también como motivación para estudiar. Asimismo, dicha etnografía expuso de manera concreta y vívida los contextos en los (as)ntes llevan adelante las tareas que requiere la vida universitaria (Colabella y Vargas, 2014).

Este conocimiento de primera mano de la vida cotidiana de los potenciales destinatarios de la currícula coadyuvó a la formulación de una propuesta pedagógico-didáctica que, además de enseñar contenidos propios de la disciplina antropológica, evalúa a los(as) estudiantes que atraviesan el proceso de comprensión del objeto de la antropología en cuanto alteridad, en la experiencia misma de realizar trabajo de campo. La materia Antropología Social y Cultural forma parte del plan de estudios de formación de los futuros trabajadores sociales en el segundo año en la UNAJ. El perfil de la materia es más bien metodológico, se privilegia la enseñanza de la etnografía en sus tres dimensiones: como enfoque, como método y como texto (Guber, 2002) y conceptualmente, en tanto se centra en la noción de alteridad para la comprensión del objeto antropológico (Krotz, 1999). Los dos textos centrales de los programas son justamente: La etnografía. Método, campo y reflexividad, de Rosana Guber, y Alteridad y pregunta antropológica, de Esteban Krotz.

La novedad de la propuesta radica en que en los(as) estudiantes son compelidos a hacer trabajo de campo antropológico en el primero y segundo año de sus carreras, para eso deben elegir un grupo humano, un sistema de creencias, una práctica o un espacio social que represente, desde el punto de vista de ellos, “la alteridad antropológica”. Desde la elección del lugar o grupo, la logística para llegar a él, la preparación emocional y mental para enfrentar una situación que puede devenir en rechazo, hasta la redacción de la experiencia en el contexto de una evaluación de la cual depende la aprobación de la materia, todo el proceso resulta en una vivencia inédita con fuerte impacto personal, familiar y académico. Las primeras experiencias dieron cuenta de que la elección privilegiaba más que la alteridad, la cercanía socioespacial y la familiaridad, concentrándose mayoritariamente en miembros de sus familias, amistades y vecinos(as), así como también en instituciones propias de sus barrios, a saber: salas de primeros auxilios, comedores comunitarios, copas de leche, sociedades de fomento, unidades básicas, delegaciones municipales y organizaciones religiosas. Muchas veces también nos preguntábamos si en parte, no elegían aquello que intuían podría representar la alteridad para nosotras (sus profesoras), dadas nuestras investigaciones previas sobre sectores populares y que ellos conocían porque leían como parte de la bibliografía del programa o de nuestra presentación pública en las redes sociales. Además, en su gran mayoría, formaban parte de dichos contextos con un rol activo, lo que solía dificultar la comprensión de la alteridad, ya que el extrañamiento de lo cotidiano requiere un entrenamiento de objetivación mayor en el ejercicio de la reflexividad, más dificultoso aún entre quienes por primera vez realizan trabajo de campo antropológico (Da Matta, 1999).

Solía ocurrir que homologaban diferencia con alteridad antropológica: “mi madre, mi hermana, mi amiga es diferente a mí y por eso es mi alteridad”, era la respuesta común que justificaba sus opciones iniciales. Construir la idea de objetivación del sí mismo social y del otro socioantropológico devino en la búsqueda de alternativas pedagógicas para facilitar puentes de comprensión. Por ello, con la idea de problematizar y más aún, extremar la idea de alteridad en los estudiantes, decidimos propiciar que el trabajo de campo lo hicieran en espacios o eventos de la ciudad de Buenos Aires (“capital”), o en espacios ajenos y totalmente inéditos desde el punto de vista biográfico, priorizando en lo posible prácticas y creencias consideradas “locas”, “exóticas” y “raras”.

Después de reunir material durante varios años, reflexionar sobre nuestras experiencias con los sucesivos cursos cuatrimestre tras cuatrimestre, y realizar entrevistas durante el 2019 (con vistas a profundizar en algunos aspectos centrales de la propuesta) esperamos responder qué significa la alteridad antropológica para los(as) estudiantes de la carrera de Trabajo Social del conurbano. Concretamente, cómo eligen el objeto, cómo realizan el trabajo de campo y cómo a través de la experiencia, personal e intransferible, resignifican la alteridad. Finalmente, cómo se articula a la reflexión análoga que propone el sociólogo francés Wacquant cuando analiza el papel revolucionario del trabajo de campo en la obra de Bourdieu. Dos niveles unidos por la idea nativa de experiencia y sus múltiples sentidos para pensar el quehacer del etnógrafo.

Metodología

La base empírica de los datos presentados en este informe son las entrevistas realizadas en el año 2019 a los(as) estudiantes de Trabajo Social de la UNAJ a fines del primer y segundo cuatrimestre de ese año, cuando los estudiantes finalizaban la materia Antropología Social y Cultural. Estas entrevistas tuvieron lugar en el aula y consistían en preguntas abiertas que indagaban acerca de los criterios de elección del lugar a observar, las formas de traslado, la presencia de algún familiar como acompañante y la elaboración del informe final. No debemos olvidar que la mayoría de los(as) estudiantes residen en barrios populares de Florencio Varela –municipio en el que se emplaza la Universidad– y sus vecinos, Quilmes y Berazategui. Dichos barrios han sido etnografiados con elocuencia por la antropóloga Julieta Quirós en dos textos pioneros “Cruzando la Sarmiento” (2005) y “El porqué de los que van” (2010). En esas etnografías (amparadas trabajos de campo en Florencio Varela, con períodos comprendidos en cuatros meses del año 2005; y posteriormente con un período más extenso, comprendido entre los años 2007 y el 2009), se muestra la trama, muchas veces oculta en la literatura, sobre movimientos y organizaciones sociales, que nutre las columnas de los movimientos piqueteros y las organizaciones sociales y municipales con personas de carne y hueso, cuya cotidianeidad ultrapasa las fronteras que, rótulos como “piquetero” o “puntero”, pretenden demarcar. Más bien, la autora, muestra que esos rótulos señalan continuidades y su oposición suele ser irrelevante para los(as) vecinos de los barrios varelenses, que se acercan a las organizaciones de desocupados(as) o a las delegaciones municipales. Sus etnografías están pobladas por personas, muchas veces jóvenes, que se fueron “enganchando” y “desenganchando” con los movimientos y también con la política a través de un recurso estatal: el plan o los planes sociales, según la calificación gubernamental. Buena parte de esos(as) jóvenes y si no ellos, sus parientes, vecinos(as) o conocidos(as) además de engancharse y desengancharse con los movimientos y la política también lo hicieron con la UNAJ. Cuando esta abrió sus puertas, en el año 2011, en el que fue el predio de 14 hectáreas de los Laboratorios de Tecnología e Hidrocarburos YPF –inaugurado en 1940 y clausurado en 1994–, ubicado sobre la avenida Calchaquí, a escasos 3 kilómetros del Cruce Varela, escenario de numerosos piquetes, y a unos 5 kilómetros de la estación de ferrocarril Florencio Varela, donde parten los ramales de la línea 500 de colectivos hacia los barrios periféricos donde residen la inmensa mayoría de los estudiantes de la UNAJ. El año de su apertura, la Universidad recibió a más de 3.000 estudiantes, desafiando todos los pronósticos, que no auguraban más de 1.500 ingresantes. En el 2015 se triplicó la cantidad de inscriptos con respecto al 2011, contando ese año, con 10.700 alumnos regulares (UNAJ, 2011).

Según datos de una encuesta administrada por la UNAJ a 1.683 ingresantes en el año 2011, el grupo etario más importante era el de 20 a 24 años, que representa a un poco más de un cuarto de los(as) encuestados. Los(as) jóvenes de 17 a 29 años representan casi las dos terceras partes de esta población (63,7%). De todas maneras, se advierte un grupo importante de personas que tiene entre 30 y 49 años (3,2%). Por otra parte, la mayoría de los ingresantes del 2011, estaba compuesta por población femenina (63,9 %). En cuanto al lugar de residencia, los datos que arrojaba la encuesta, para el 2011, eran los siguientes: más de las tres cuartas partes de los ingresantes tienen su lugar de residencia en Florencio Varela (75,4%). Muy lejos, en segundo lugar, se encuentran los residentes de Berazategui (9,6%) y Quilmes (9,2%). Más de la mitad de los estudiantes vive en un radio de 50 cuadras (56,4%). La forma de traslado de esta población hasta la Universidad es en su mayoría con un colectivo (67,7%). En segundo lugar, se ubican quienes se trasladan con más de un colectivo. Cerca de la mitad señala que su tiempo de traslado es de hasta 20 minutos (44,3%), mientras que el segundo grupo en importancia es el que responde que tarda entre 21 a 40 minutos (38,2%). Por último, el 41, 9% de los(as) estudiantes señaló que su casa se localiza sobre calle de tierra.

Las carreras ofrecidas, en aquel momento, fueron: Bioingeniería, Bioquímica, Enfermería, Gestión Ambiental, Ingeniería Industrial, Ingeniera en Informática, Licenciatura en Relaciones del Trabajo, Licenciatura en Administración, Tecnicatura en Emprendimientos Agropecuarios, Tecnicatura en Producción Vegetal Intensiva e Ingeniera Electromecánica. Las de mayor matrícula fueron: Enfermería, con el 29,2%; Licenciatura en Administración, con el 16,3% e Ingeniería en Informática, con el 16,2% (UNAJ, 2011).

Si bien la carrera de Trabajo Social comenzó a dictarse en el año 2015, el perfil de quienes estudian esa carrera se encuadra en los datos generales de la primera encuesta administrada a los ingresantes del 2011.

La materia Antropología Social lleva tres años dictándose en la carrera de Trabajo Social de la UNAJ.[3] Inicialmente los temas elegidos por los(as) estudiantes, como ya sugerimos más arriba, eran las instituciones de sus barrios, asociados a los espacios clásicos de intervención de los(as) profesionales del trabajo social. Cuando los(as) interrogaba acerca de cuál era la alteridad que encontraban en esos espacios, la respuesta generalizada era porque se trataba un espacio al que no habían concurrido con anterioridad o porque desconocían a las personas que los frecuentaban. Fue necesario extremar la idea de alteridad en términos de extrañamiento/distanciamiento o más sencillamente de “exotización”, para así señalarles que el desconocimiento de una persona o grupo en términos personales o de redes de proximidad no constituía la alteridad en términos antropológicos. Fue así que, en el primer cuatrimestre del 2018, les pedimos que eligieran un espacio, práctica o grupo localizado en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Un primer aspecto relevante era que el traslado a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires suponía para ellos(as) atravesar una frontera social. Y otro recurrente era que, en la mayoría de los casos, iban acompañados por un(a) familiar y también por sus hijos. Incluso la familia podía participar también de la escritura del informe final. Fue el caso de Nadia, de 30 años, madre soltera de 3 hijos, que vive con sus padres, en un área próxima al Cementerio de Florencio Varela. Desde allí debió trasladarse al Cabildo, frente a la Plaza de Mayo, centro político del país, para hacer su trabajo de campo.

Fuimos en tren, después fuimos en subte con mi nene. Y mi nene (de 10 años) el subte no lo conocía… ya de por sí. Así que el subte era como… ya de por si…Y buenos fuimos y llegamos donde bajamos y de ahí era caminar. Era para este lado habíamos visto que estaba la avenida 9 de Julio, ¿no? Cuando bajamos del subte… para este lado no creo que sea, tiene que ser para el otro lado. Entonces empezamos a caminar para el otro lado. Entonces preguntamos en un quiosquito ahí y la señora me dijo que tenía que caminar un par de cuadras… qué sé yo. Y era… uno… yo no estoy acostumbrada a salir a Capital. No es que trabajo por allá ni nada por el estilo. Así que no estoy acostumbrada al movimiento de gente, es como vienen a todos acelerados… al nene lo corría así para acá para allá. Íbamos caminando, mirando. Mi hijo se quería quedar en cada esquina mirando un edificio…. Estaba embobado mirando… No, hijo tenemos que llegar a la visita guiada. Era ese el momento. Después cuando volvimos, volvimos más tranquilos y miramos, le digo yo…

Llegar al lugar elegido, constituye una victoria y también una sorpresa:

Estábamos llegando los dos re emocionados de ver cómo era el Cabildo nos imaginábamos una cosa enorme, gigante y cuando estábamos llegando…. Entonces dimos toda la vuelta por atrás del Cabildo nos fuimos como dos cuadras para el otro lado. Y volvimos y le digo a un señor… ¿el Cabildo es por acá? Sí, me dice, eso que está ahí en la esquina. Nosotros pasamos la calle, todo…vimos la esquina era una cosa mínima…

Al igual que la redacción del informe final:

[Las notas de campo] Sí, me re sirvieron, lo de clase fue una re ayuda. Yo, igualmente, escribía en la computadora, yo no tengo computadora, me prestó mi sobrino la compu. Iba escribiendo y sentaba a mi papá, mi mamá, el que esté en mi casa les leía y les decía “¿qué te parece lo que te estoy leyendo? ¿Estás en el momento, en el lugar?”… Mi papá me dice en un momento… porque yo ponía todo lo que usted [la profesora] me dijo cuando yo traje por primera vez la nota de campo: “tenés que aclarar cómo estaba vestido cada personaje”, qué sé yo, qué sé cuánto. Y en un momento que yo había escrito que una chica, que ella me decía que vivía en Capital, ¿no? Pero no estaba vestida como una persona que yo creo que vive en Capital. Estaba vestida con una remera grande, con un pantalón de jean grande. Los chicos no estaban bien vestidos era como… todo muy sencillo…digamos. Y me dice mi papá: “¿pero es necesario que pongas todas esas cosas, hija? ¿Cómo vas a poner esas cosas de esa señora, pobrecita? ¡Ponela que estaba bien vestida (risas)! No, papá, tengo que ponerla como me dijo la profesora, como estaba, no puedo poner lo que yo quiero”

Otra estudiante, también de nombre Nadia, de 21 años, quien, desde el “fondo de Quilmes” eligió el Mercado de Pulgas de Colegiales. Ante el impedimento inicial de su familia por el traslado a un lugar tan distante de su casa, sumadas a las dificultades por dejar al cuidado de alguien a su pequeño hijo de dos años, encontraron como solución que la acompañara su suegro, en su primera salida al campo. El abuelo y su nieto daban vueltas por el predio, mientras ella observaba y hacía entrevistas. Ya la segunda visita la hizo sola porque se sentía “más suelta de preguntar…además ya no tenía miedo de que me digan que no. Ya estaba más como… que bueno te pueden decir no…entonces como que me iba ya…”.

En su trabajo final, señaló:

Cuando inicié a pensar en el trabajo de campo con la consigna de la alteridad, supe que el hecho de hacerlo en Capital ya me lo estaría representando. No suelo viajar mucho y menos por esos lados, el Mercado de Pulgas, ubicado en Colegiales me pareció un buen lugar. Pensé automáticamente en gente de otra clase social y, por eso, vestida con costumbres y sentidos diferentes a los míos.

Al igual que en el caso anterior, la llegada representó una sorpresa:

Personalmente cuando estaba camino al lugar, luego de tanto viaje al que no estaba acostumbrada, lugares no familiares para mí, pensaba encontrarme con un lugar con personas quizás vestidas de acuerdo a la temática de época, de acuerdo a los objetos que vendían, personas jóvenes tal vez, un lugar vanguardista, gente dispuesta a conversar y charlar. Sin embargo, me encontré con un mundo muy diferente al pensado, con gente de la tercera edad, con un predio vacío de compradores, aunque lleno de “cosas viejas” para mí y “una identidad del pasado” para los vendedores del lugar.

Al mismo tiempo, les resultó provechoso para poner en práctica las técnicas vistas en clase:

Para llevar a cabo la investigación, que de hecho fue muy difícil en un principio, utilicé la entrevista no dirigida, esta me permitió, como menciona Guber en el texto “La etnografía”, que los informantes se sientan más libres a la hora de contestar, más aún en el marco de inseguridad que estaban atravesando debido a un incidente con las autoridades del Estado y de la DGI (Dirección General Impositiva), “la no directividad favorece la expresión de temáticas, términos y conceptos, más espontáneos y significativos para el entrevistado”. Gracias a este método tuve, a mi parecer, mejores resultados, ya que los informantes sintieron más “una charla” que una entrevista donde se sintieran evaluados o “espiados” en este caso. Para que esto se pudiera llevar a cabo, sin duda la confianza del investigador en el informante fue de mucha importancia.

La búsqueda por las categorías nativas los(as) lleva a reconocer que los grupos sociales, aun componiendo una unidad, no siempre son homogéneos. Fue el caso de Romina, quien eligió a los Coleccionistas del Parque Rivadavia. Según consignó en su informe final:

Elegí al grupo de los coleccionistas, ya que respeta las características antropológicas, como, por ejemplo, “la alteridad” siendo que nadie de mi alrededor, ni yo misma, teníamos conocimientos previos respecto a los coleccionistas, más que la obvia relación de su concepto con tener mucha cantidad de algún objeto.

Entre ellos encontró que:

Algunos coleccionistas se definen a sí mismos como coleccionistas innatos, como por ejemplo, Franco C. de aproximadamente 75 años, jubilado, con dos hijos mayores; relata que el nació con ese “don” de coleccionar. Desde que era pequeño comentó que a escondidas agarraba y guardaba las estampillas de su madre que le mandaba su abuelo desde Italia, y así comenzó su amor por el coleccionismo. Otros coleccionistas suponen que su pasión por el coleccionismo fue heredada, o por sus abuelos, que los llevaban al parque o por sus padres (…) A pesar de las distintas formas de empezar en el camino del coleccionismo todos están de acuerdo con que coleccionar es una forma de vida, que para coleccionar tienen que amar cada objeto que buscan y enriquecerse con todo lo que viene con ese objeto.

En otros casos el trabajo de campo sobre la alteridad les presentó incidentes que debieron sortear. Fue lo que le ocurrió a Maximiliano, quien lo comentó ante sus compañeros(as) el día de la presentación del trabajo, cuando leyó lo ocurrido, de una nota de su cuaderno de campo. Expuso el incidente como ejemplo del concepto de reflexividad, cuando la persona del investigador forma parte activa de aquello que pretende conocer. Su elección fue el Shopping Portal Palermo, ubicado sobre la avenida Bullrich, detrás del Regimiento de Infantería Patricios. En su segundo día de trabajo de campo, consignó en su cuaderno el siguiente episodio registrado en el intervalo del almuerzo:

Luego me dirigí al primer piso donde antes de ingresar al Jumbo (lugar donde se vende mercadería para el consumo). En la entrada hay un lugar donde se puede consumir comidas al paso, como por ejemplo panchos, ensaladas, café, bebidas y hay promociones de comidas que son más económicas que en los lugares de comida que se encuentran en planta baja (…) Compro una ensalada, que se encontraba en promoción la ensalada y una bebida a un módico precio de 109 pesos, al pagar realizo el pago con la tarjeta de crédito del Banco Nación, al cual la cajera la confunde con la tarjeta Argenta, que es la tarjeta que emite el ANSES a los jubilados y a los que tienen crédito subsidiado por el Estado. A partir de mi apariencia se confunde, identificándome con alguien que se encontraba recibiendo una contraprestación de la ANSES. Al aclarar el tema y decirle que era una tarjeta de crédito del Banco Nación que pertenece a la empresa Mastercard, no me creyó y lo consultó con una de las compañeras. La compañera al ver la tarjeta le dijo que era válida y que todos los días realizan muchas transacciones con la misma. Luego la empleada me pide disculpas y me entrega la mercadería.

Para otros, la experiencia resulta una inversión que pueden capitalizar en otras materias. Fue el caso de Florencia, de 31 años, quien eligió el Centro Cultural Kirchner (CCK), porque quedaba cerca de su trabajo anterior y fue inaugurado poco después de que “dejó de ir a Capital”. El trabajo sobre alteridad fue para ella una oportunidad “para conocer” el CCK. Como la mayoría de sus compañeros(as), la primera vez, fue acompañada de su hijo de 11 años, quien le pedía todo el tiempo que le sacara fotos. Durante la entrevista, en el aula, ante la pregunta de si el trabajo le sería útil en su futuro profesional, respondió:

Me sirvió un montón. Porque pasó que arrancamos con el trabajo de campo y tengo otra materia conocimiento científico y tenemos (que hacer) un modelo de investigación. Entonces dije: “Ahh, esto es una papa porque ya lo estoy haciendo”. Entonces me resultó super fácil. Y me sirve un montón porque estoy con conocimiento científico y el cuatrimestre que viene tengo Metodología Cualitativa, así que también me va a servir para eso. Así que me viene bárbaro… [Fue] Novedoso porque nunca lo había hecho y de a poquito vas sabiendo cómo manejarte o qué preguntar o sabés lo que no tenés que preguntar así de una. Lo que más me quedó es no “ir al grano” para obtener más información.

En todos los casos se trató de una experiencia transformadora. Quien mejor lo resume es Karina, que eligió la Feria de Mataderos para llevar adelante su trabajo sobre alteridad. Durante la entrevista en el aula, ante la pregunta por la significatividad si les resultó fácil, difícil, divertido o aburrido, la respuesta de Karina fue categórica:

Hay que animarse. Todo lo nuevo hay que animarse y despojarme todas las vergüenzas de todo y animarme¿…Y muy útil para mi futuro como trabajadora social, yo sé que voy a encarar problemáticas a investigar y este fue mi primer pasito. Como futura trabajadora, espero encarar temas que les sirvan aunque sea un pedacito de la comunidad donde vivo ya sea con problemas y que todo sume, ¿no?… Que todo sea un granito de arena. Si bien fui a una feria, fui con otra mirada, como que los ojos no te dan para mirar todo… estás acá y te perdés de algo y querés tener ojos por todos lados. La mochila te la llevás vos solita…

Resultados

Como se puede apreciar, nuestros estudiantes construyen su idea de alteridad – impulsados por la propuesta de extremar las experiencias–, a partir de fuertes imputaciones morales hacia los(as) “otros(as)” y el contrapunto del análisis del “nosotros”. Las elecciones combinan la idea de Roberto Da Matta (2006:206) de “volver familiar lo que nos es exótico” con la búsqueda de lo familiar y cercano en el proceso de planificación y ejecución del trabajo de campo. Muchos(as) de ellos(as) van acompañados y de ese modo tratan de minimizar los temores propios del quehacer antropológico: el miedo al rechazo, a lo desconocido, las ideas de peligrosidad que acompañan los mundos inéditos. Simultáneamente, constituye una oportunidad de conocer y disfrutar, reponerse a la vergüenza, animarse y conversar, participar, aprovechar para compartir con la familia. Elaborar el registro también constituye un desafío: hacer las notas, desgrabar, reconstruir de memoria, escribir en computadora, involucra un esfuerzo importante, a veces también compartido con los seres queridos(as). Posteriormente, presentar el trabajo ante los(as) compañeros(as) de curso, exponer (se), mostrar los hallazgos nativos y su relación con los contenidos de la materia, pone de relieve la multiplicidad de ámbitos e implicancias que produce la propuesta: la clase de antropología (mediada por el trabajo de campo) se extiende a los hogares, a los espacios de la ciudad, del conurbano y del país donde nuestros estudiantes hacen trabajo de campo, impacta en sus familias y transforma, según sus dichos, de manera profunda sus modos de ver el mundo.

Sin embargo, hasta aquí nada diferencia el trabajo del neófito en torno a las emociones, las disposiciones, las habilidades y los temores que acompañan al trabajador(a) de campo experimentado cuando se introduce en un mundo nuevo. Como señala Guber (2013):

El campo no es un espacio geográfico, un recinto que se autodefine desde sus límites naturales (mar, selva, calles, muros), sino una decisión del investigador que abarca ámbitos y actores; es continente de la materia prima, la información que el investigador transforma en material utilizable para la investigación (p. 84).

Es decir, para nuestros(as) estudiantes, el campo era una red que articulaba sus hogares, con la universidad y con los actores, prácticas y espacios distantes que eligieron para hacer su trabajo etnográfico. Este viaje de ida y vuelta deviene análogo al de Bourdieu entre Argelia, el Béarn y París. Un recorrido novedosamente trazado e interpretado por Wacquant.[4]

Para Wacquant, la producción teórica de Bourdieu (o más precisamente sus innovaciones conceptuales, como su ya consabido concepto de habitus) fue guiada por cuestiones de la propia investigación empírica. Arribó a estas luego de utilizar sus trabajos campo en la distante Argelia y el próximo Béarn como mecanismos de control recíprocos. Permitiéndole, así, desplegar herramientas de objetivación para interpelar ambos mundos. Considerándolo el precursor de la etnografía multisituada, en detrimento de los antropólogos posmodernos norteamericanos. Al decir de Wacquant no se trataba de una yuxtaposición transcultural de realidades extranjeras o domésticas o de una “tranquilizante separación de problemáticas coloniales y metropolitanas” (Wacquant, 2006:15). En su lugar, señala que la innovación de Bourdieu consistió en un cuestionamiento mutuo hecho en el momento mismo de producción e interpretación de datos de campo. En palabras de Wacquant (2006)

Bourdieu llevó a cabo, conjuntamente, su observación inicial de Argelia y del Béarn durante 1959-1961; trabajó sobre los materiales que resultaron de ello simultáneamente a lo largo de la década del sesenta; y los reescribió conjuntamente, de forma tal de llegar a la primera presentación madura de su trabajo teórico en Le sens pratique (Bourdieu, 1990[1980], p. 145-199) (p. 21).

Elegimos cerrar nuestro trabajo con una cita del mismo Bourdieu, recuperada por Wacquant en el artículo que elegimos para esta reflexión, que da cuenta de la homogeneización que supone la práctica de campo etnográfica:

Cuando estaba en la Cabilia, desconfiaba de los viejos cabilios, al mismo tiempo que los admiraba mucho [risas], y pensaba para mis adentros: “Pero… qué está diciendo este hombre de edad, con su bigote, ¿¿¿sobre el honor???”, cuando los otros me decían: “Sabe usted, él le está contando esta historia, pero cuando conseguimos dar un paso en las cosas, lo damos, aun así. Toda regla tiene su excepción (tabburt)”. Y yo pensaba para mis adentros: “Si fuera un viejo campesino del Béarn que estuviera contando esta historia, ¿qué haría yo con ella? Tomaría una parte y dejaría otra”. Después pensé: “Estoy usando estos campesinos del Béarn como un instrumento de control de los Cabilas, pero necesito controlar mi instrumento de control”. Así pues, hice un estudio sobre el Béarn durante el mismo período. Sayad estaba allí. Por la noche trabajábamos en Le Déracinement y, durante el día, salimos y hacíamos entrevistas en las aldeas del Béarn. La idea era estudiar el Béarn, pero también ser capaz de hacer una comparación entre el Béarn y la Argelia y, especialmente, estudiarme a mí incluso, mis prejuicios y mis supuestos […]. Fue lo mismo con el Homo Academicus, en el que estudié la universidad, pero también me estudié a mí mismo, ya que soy un producto de la universidad (Bourdieu citado en Adnani y Yacine, 2002, p. 240).

Recomendaciones

Las entrevistas fueron muy reveladoras de las condiciones materiales y simbólicas en que los(as) estudiantes llevaron adelante el trabajo de campo que formó parte de la evaluación de la materia. Principalmente de las redes que desplegaron para llevarlo adelante. Sugerimos para los próximos años atender a las cuestiones emocionales puestas en juego durante la realización del trabajo de campo: como el temor al rechazo, la incomodidad de presentarse como estudiantes en un espacio que no se reconoce como propio, la peligrosidad que supone recorrer largas distancias respecto del hogar y muchas veces también la vergüenza.

Conclusiones

Las conclusiones más significativas corresponden a que el trabajo de campo resultaba una experiencia transformadora para los(as) estudiantes, a punto tal de que no solo formaba parte de una actividad para una materia, sino también era una oportunidad de conocer y disfrutar, reponerse a la vergüenza, animarse y conversar, participar, aprovechar para compartir con la familia, llevar a los(as) hijos a lugares inusitados o ayudarlos(as) con alguna actividad escolar. Pero dicha experiencia no se agotaba allí. También podía resultar que hacer trabajo de campo en un lugar distante les permitía obtener material de campo utilizable en otras materias e incluso se presentaba como susceptible de ser aprovechado en la tesina final para la obtención de la licenciatura.

 

Referencias bibliográficas:

  • Colabella, L. y Vargas, P. (2014). La Jauretche. Una universidad popular en la trama del sur del gran Buenos Aires. En Avances y desafíos en políticas públicas educativas. Buenos Aires: Clacso.
  • Da Matta, R. (2006). El oficio del etnólogo o como tener ‘Anthropological Blues’. En M. F. Boivin, A. Rosato y V. Arribas, Constructores de otredad (pp.202- 209). Buenos Aires: Antropofagia, .
  • Guber, R. (2002). La etnografía. Método, campo y reflexividad. Buenos Aires: Editorial Norma.
  • —– (2013). El salvaje metropolitano. Reconstrucción del conocimiento social en el trabajo de campo. Buenos Aires: Paidós.
  • Krotz, E. (1999). Alteridad y pregunta antropológica. En M. F. Boivin, A. Rosato y V. Arribas, Constructores de otredad (pp. 16-21). Buenos Aires: Antropofagia.
  • Quirós, J. (2005) Cruzando la Sarmiento. Una etnografía sobre piqueteros en la trama social del sur del Gran Buenos Aires. Buenos Aires: Antropofagia.
  • —- (2010). El porqué de los que van. Buenos Aires: Antropofagia.
  • Universidad Nacional Arturo Jauretche (2011). Encuesta a ingresantes a la Universidad Nacional Arturo Jauretche. Florencio Varela: UNAJ.
  • Wacquant, L. (2006). Seguindo Pierre Bourdieu no campo. Revista de Sociología Política, 26, pp. 13-29.

 

Notas:

[1] Contacto: m.laura.colabella@gmail.com

[2] Nuestro propósito inicial era conocer la inserción laboral de los primeros egresados de la UNAJ.

[3] Por el plantel de la cátedra pasaron los siguientes docentes: Ana Laura Steiman, Gastón Salcedo, Bárbara Guerschman, Karina Albarracín, Ilana Reck, Nahué Luna y Pablo Perazzi quienes contribuyeron con sus aportes a la puesta en práctica de la propuesta cuyo diseño y prueba piloto llevaron adelante los colegas de la Universidad Nacional de José C. Paz (UNPAZ).

[4] La totalidad de las citas y referencias al artículo de Wacquant pertenecen a nuestra traducción.

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